Blanco
Sala de
espera. Predomina el blanco. Una banca con espacio para cinco personas. Por la
derecha entra el joven enfermo. Está cansado. Mira la banca y no toma asiento.
Lo siguiente se puede jugar como algo que está pensando el enfermo. Tal vez con
un cenital, tal vez una voz en off.
Enfermo: ¿Me
vas a querer besar? Después de un beso te va a quedar un sabor metálico. Ahí
comienzan las preguntas. Ahí se me quitan las ganas de dar un paso más. No va a
ser suficiente un abrazo. A eso seguirá un apretón de manos, un cruce
indiferente de miradas. Si sonrío verás mis dientes manchados de sangre. Cuando
comiencen las preguntas no sé qué voy a hacer.
Es
interrumpido por un joven que entra por el lado derecho, su pareja. Es unos
años mayor que él.
Joven:
Siéntate.
Enfermo:
Veníamos sentados.
El joven se
sienta en el extremo derecho de la banca junto al enfermo que permanece de pie.
El enfermo camina hasta el extremo opuesto de la banca. Los separan cuatro
lugares. El joven lo mira alejarse, parece ignorar esa actitud.
Joven: (Mirando
el lugar) No me acostumbro.
Enfermo: Es
fácil.
Joven: Anda.
Siéntate conmigo.
El joven
levanta su mano hacia el enfermo, invitándolo a sentarse junto a él. El enfermo
voltea a verlo. Se sienta en el extremo izquierdo de la banca. Los separan tres
lugares. El joven baja su brazo. Ninguno de los dos quiere ceder. Miran hacia extremos opuestos.
Joven: Hoy es
viernes…
Enfermo: Pero
olvidé las pastillas.
Joven:
(Irritado) Nunca quieres descansar de esto.
Enfermo: No se
puede.
El joven se
acerca al enfermo. Los separan dos lugares.
Joven: Dame
tu mano.
El enfermo la
acerca desde su lugar. Si quieren tener las manos juntas deben tener los brazos
levantados. Ninguno de los dos quiere ceder en acercarse más.
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