19/11/10

Artistas

En ese momento, junto al barranco, todo sonido murió. En mis manos se encontraba toda su obra. Serían no mas de 10 dibujos, todos ellos realizados con carboncillo o colores pastel. No sé porqué pero no dejaba de mirarlos, pasarlos una y otra vez. Había una hermosa diferencia entre el gallo de cientos de colores y las formas humanas apenas asimilables. Cada uno tenía su propia historia,un pedazo de vida escondido en el pigmento. El no decía nada, y no me atrevía a mirarlo a los ojos, un pudor ajeno hasta ese momento, no me permitía contemplar al autor de tal desnudez emocional. Él sólo me miraba, quizá esperando una crítica o un comentario, que nunca nació de mis labios. Me detuve en una de sus obras. Un extraño dibujo de tres figuras humanas atrapadas por una especie de alambre de púas. Era el mas simple, pero me había cautivado. Sentí una identificación con él. En algún momento él se encontraba atrapada, como yo lo estaba en aquel entonces. Pasé un gran rato observándolo, hasta que él me interrumpió ¿Ése te gustó?— Respondí que sí y me sonrió. —Sabía que te iba a gustar.— Me sentí extremadamente predecible en ese momento. —Voy a hacer algo que nunca he hecho— tomó el dibujo, sacó una pluma de su mochila, y comenzó a escribir algo detrás de la imagen. —Te lo regalo—. No sabía que hacer. Solo tomé el papel. Él me abrazó. Tomó los dibujos y entró a su casa.Yo me quedé fuera, sólo, con el dibujo y sin saber qué hacer. Leí el mensaje que había escrito. Salió él de su casa. El retorno del sonido de la calle me hizo darme cuenta dónde estaba y la hora qué era, teníamos que irnos. Me acompañó al metro. Presumía en el camino el hecho de no haberme entrado a pasar, porque sabía como acababa eso... sexo. Para pasar después a analizar mi estilo de vida, y darme una terapia sobre mis problemas y carencias de elementos en mi persona, que él buscaba. Extraño. Llegamos al metro, el debía seguir su largo camino a casa y yo el mio solo a unas cuantas estaciones. Nos despedimos con un beso. Nos veríamos al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente... o ese era el plan... Quizá nos vimos dos veces mas, y se acabó.

Estaba yo acostado en una banca, dormido. Abrí los ojos y solo se veía el viento agitando las ramas de los árboles. No llegó. Me levanté y caminé a un monumento cercano, donde estaba condecorado el nombre de su abuelo. Me senté frente a aquella placa oxidada y comencé a hablar, a quejarme, a llorar, a contarle al muerto todo lo que no le conté a su nieto. Cuando acabé me encontré con la triste verdad, estaba solo. El sol estaba en lo alto y el viento soplaba, pero estaba solo. Se desvaneció todo, y como única prueba material de aquel cuento, quedó una hoja, con un extraño dibujo que en la parte trasera dice:

"La libertad es una decisión.
Tómala, sé libre"

Desde entonces hablo con las piedras.

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