28/11/09

Simón dice...

Niño Tragamonedas


Si contara la historia de Simón probablemente los aburriría bastante. De su vida no conozco mas que ciertos fragmentos, o al menos creo conocerlos, ya que siempre nuestras charlas derivan en un ambiente de ensueño del que no logro recordar mas que ciertos , e inconscientemente escogidos, detalles. Pero no vengo a relatar estas borrosas charlas.

Simón no es, no fué, y no será una persona como cualquier otra, tanto física como internamente atrapa, logra envolverte en su mundo y arrastra lentamente para que termines hundido, ahogado en sus fantasías. Un "je ne sais quoi" cargado de cierta fatalidad y misterio que atrae dulcemente, siguiendo el patrón de una "venus" cualquiera, atrayanedo insectos para comenzar a alimentarse de su escencia. Hermosa cara, bello cuerpo, labios que siempre dejan escapar las oraciones mas perfectas, ni una sola vocal se desperdicia, todo silencio tiene su intención, nada en el parece vano, porque no lo es. Pero esto no esconde lo ruin y narcisita de sus intenciones.

Mi historia con Simón no es especial, no fuí causa de su repentino cambio, y mucho menos originé el estado senil (no encuentro mejor adjetivo para calificarlo) por el que me he enterado que pasa en estos momentos. He querido visitarlo y probablemente lo haga pronto, pero no podrá verme con los mismos ojos melosos que durante un largo tiempo ocupó para intentar acabar conmigo.

Pero todo comienza de bastante tiempo atrás. Cuando era pequeño, estuve encerrado en una burbuja, protegido de todo aspecto bajo y ruin que me rodeaba. Fuí escondido, por mucho tiempo, de la realidad, guardado como una especie de moneda antigua y valiosa, que al no ser expuesta a la intemperie, conserva un estado impecable, valioso, que todos esperan observar pero pocos desean tener, por los problemas y excesivos cuidados que esto implicaría. Todo esto me hubiera dañado, me hubiera hecho crecer con la idea de ser único y especial, que el mundo estaría a mis pies, que nada me merecía, de no haber sido por la única persona que me mostraba lo hondo que podía caer, lo terrible que era todo detrás del lienzo pastel. El chico mayor con quien compartí mi infancia, Adolfo, mi primo. Él comenzó a enseñarme lo que realmente importaba detrás de todo, el dinero, los pobres sufren, los ricos gozan; la importancia del aspecto físico, la gente bonita es aceptada mas fácilmente; lo misterioso del sexo, sus juegos ante los cuales al principio me contuve, pero fuí aceptándolos, mas a la fuerza que por gusto personal. Y mas importante, aró la tierra donde plataría las semillas de las que, mucho mas adelante, crecerían las alas que me harían escapar de las vitrinas que recorrí en mi vida. Crecí entre la falsedad del hogar y la realidad que me brindaba Adolfo. Hasta que vinieron dos eventos que cambiaron mi visión de las cosas.

El primero fué la decadencia en la relación que llevaban mis padres. Los negocios familiares cayeron en picada y con esto empezaron los gritos y peleas tras la pared de mi habitación, que al día siguiente quedaban ocultos tras una sonrisa y un "buenos días" terriblemente improvisado. Con el descenso de ingresos, vino el cambio de una vida a la que estaba acostumbrado, por una que comenzaba a tener carencias que no hubiese imaginado antes. Y fué ahí cuando vino Adolfo con una solución, una que reunía todos los puntos que me había enseñado, todos los aspectos importantes de la vida. Comenzariamos un nuevo juego de fundamentos esclavistas, donde yo haría todo lo que Adolfo me pidiera, y a cambio me brindaría ese instrumento mágico llamado "dinero" que calmaba toda tristeza y hacía aparecer cualquier cosa. En ese entonces acepté, sin percatarme de la miserable cantidad con que me recompensaba a cambio de sus "juegos". Pero con el dinero sentía una gran satisfacción, aunque no pudiera decirle a mis padres, ya que Adolfo aseguraba que lo arrebatarían de mi, y que lo que me brindaba era únicamente para mi uso personal. Por cada vez que "le sacaba una sonrisa" (o así lo llamaba él) sometiéndome ante sus mandatos, venían las monedas, y la continuación de la explicación del mundo detrás de la burbuja, del mundo real. El motor de toda acción que realize con el fueron estas monedas que me daba. Durante mucho tiempo fuí una especie de autómata de porcelana que funcionaba a base de un salario cuyo valor real desconocía. Siempre fuí un juguete, y él no lo negaba. No pasaba de una fantasía plástica, superficial donde no entendía las razones por las que él me pedía hacer esto, pero era algo que yo disfrutaba, sabiendo que hacía a alguien feliz. Aunque, sin pensarlo pasé de estar dentro de una colección de monedas empolvadas, a otra colección, pero esta vez, de juguetes rotos.

El segundo hecho que cambió todo, fué el accidente, que terminaría con toda relación hasta entonces formada. Despuésde bastante tiempo intentando acomodar el negocio de nuevo en el mercado, mis padres lograron volver a recuperar dinero perdido, y en esas vacaciones decidieron que hariamos un viaje en el nuevo automóvil que acababan de conseguir, después del lujoso vehículo que usaba mi padre, este parecía mucho mas austero y sencillo. Es poco lo que recuerdo ahora de la dirección que tomamos o el destino al que nos dirigíamos. Pero plenamente recuerdo la emoción que sentí cuando al fin podría gastar la cantidad de dinero que recolecté durante ese tiempo vendiendome ante mi adorado y jóven, en ese entonces, primo. En medio del camino, y con la emoción que me causaba el gastar por fin mi dinero, pregunté a mi madre cuanto era la cantidad que había yo reunido, mostrándole la bolsa donde guardaba mis monedas. Ella me miró por el espejo extrañada, tomó la bolsa y comenzó a contar. Tardó unos diez minutos en darme una respuesta. Aquí tienes al menos mil monedas me dijo bastante seria, e inmediatamente me preguntó como las había obtenido. No sabía el porque me hablaba así, si el dinero era algo bueno para todos. No contesté nada. Mi padre se unió al regaño exigiéndome contestar a mi madre. No sabía que decir, nunca antes me habían hablado así. ¿Habría hecho algo mal? Aumentaba la emoción de mis padres, acusándome y gritándo cada vez mas fuerte, y no solo a mi, la lucha de palabras cruzó las fronteras del hijo, para enfocarse en sus problemas. Después de eso, solo recuerdo un grito ahogado. y un terrible estruendo. Se apagó el sol.

Desperté en un cuarto blanco, la luz del sol lo inundaba por completo. Solo sentía una molestia en la cara. Me quedé mirando el techo por una eternidad, sin pensar en nada, hasta que me despertó de mi vacía alucinación el sonido de la puerta abriendose y la voz de Adolfo saludándome al darse cuenta de que había despertado. Comenzó a contarme lo que pasó ese día, al parecer mis padre se había distraido,por la discusión pensé de inmediato, lo que hizo que chocara contra otro auto. Mis padres no sobrevivieron al accidente,y de alguna manera no se me hizo extraño ese hecho. Yo solo había sufrido daños menores en la cara, y unas cuantas lesiones un poco mas graves en la espalda y una pierna, pero nada que el tiempo no pudiera calmar. Me sentí contento de ver a Adolfo en mi cuarto hablándome y traté de abrazarlo, pero se alejó. Me recordó los principios básicos de la vida, el dinero, la belleza y el sexo. Ahora, en el estado en que me encontraba, no servía para él. No tenía dinero, no podía "jugar" con el debido a mi estado y, seguramente, las cicatrices de mis heridas dejarían terribles marcas, bajé al grado mas bajo de la escala que rige al mundo. Dejó un poco de dinero en la mesa que estaba junto a mi cama, dinero que nunca utilizé y conservo hasta ahora.

Tenía que irse, lo esperaban afuera. Se despidió con un "nos vemos", que escondía en verdad un "hasta nunca". Abrió la puerta, y antes de que la cerrara, en el pasillo, pude observar un par de ojos miel que me miraban por el pequeño espacio que quedaba entre la puerta y el cuerpo de Adolfo, que salía del cuarto. Estos ojos me miraron durante una fracción de segundo, mientras una lágrima escapaba de mis ojos. Notaba una terrible indiferencia en ellos, algo que no puedo describir aún, una especie de miedo que combina curiosidad, que atrae. De repente los ojos fueron sustituidos por el triste color blanco de la puerta. Ese fué mi primer contacto con Simón.


9 comentarios:

  1. Y yo digo que mi historia es triste y me has dejado sin palabras.

    No sé que más decir.


    Regreso luego, te quería preguntar algo, pero no es el momento.

    saludos.

    ResponderEliminar
  2. malquerida jaja
    nombre si las historias tristes solo surgen en mi mente jajaja
    si kieres un día te cuento la historia real detrás de todas estas jaja

    la historia de charlie no es triste para nada jaja

    pero se debraya mucho, y salen cosas como las antes escritas jaja

    :D

    ResponderEliminar
  3. No mames, pues si estuvo cabrona la caida a la realidad de la vida.

    ResponderEliminar
  4. no puedo opinar sobre la historia, me quede mudo, y lleno de coraje. :(

    ResponderEliminar
  5. Esta historia me ha atrapado Carlos, no se que decir.

    Abrazo amigo.

    ResponderEliminar
  6. Peyote:

    lo se caray, si luego las burbujas se rompen d euna manera medio cabroncilla jaja

    YobLle:

    caray, pues creo que cumple su misión la historia

    Casacelis:

    espera la continuación :p

    ResponderEliminar
  7. Si algo puede caracterizar a un buen escrito, es su capacidad para generar emociones. De todo tipo. Y este es el caso. Amigo, independientemente de si lo que relatas aquí es verídico o no (que espero sea más lo segundo), el hecho de que te desdobles, por así decirlo, en un personaje tal como el que plasmas es algo muy, muy padre. Más de uno podrà verse reflejado en este chico. Y más de uno, también, podrá verse reflejado en "Simón"....
    Noé dice: "Buen lunes!!!"

    ResponderEliminar
  8. Wow, pensé que era verídico... y al ver los comentarios vi que no.
    Buena historia!

    ResponderEliminar
  9. Noé:

    ya vez lo que hace uno en sus ratos de ocio jaja

    Jaime:

    para bien o para mal, todo es producto de debrayes mentales :D

    ResponderEliminar